Si somos los que fuimos perecemos,
El camino se cae de viejo, el polvo se ha cansado de volar.
El corazón disfrazado de piedra late, parece temblar.
Permanecimos lejos de donde nos habíamos separado, y sin
volver,
Regresamos como con las miradas a decirnos:
“Vida estamos aquí, ¿Qué debemos hacer?”
¿A dónde vamos? Fue solo necesario mirarnos.
Me mostraste un mapa que se leía en tus pupilas,
Pude ver montes borrascosos que creí no superar.
Con tenerte cerca y sentir tus manos,
Estaba del otro lado cruzando un río, buscando nuestro hogar.
Parpadeaste y tus pestañas parecían cascadas,
Y recordé esa sombrilla roja.
Yo tenía una azul,
Aparecía un café, me guiñaste un ojo y parecías pedir que te
siguiera.
Me viste cruzar la calle otra ocasión,
Sonreíste y te sorprendiste encontrándome tan cerca.
¿Cómo pasó? ¿Cómo terminamos con un beso el día de nuestro
reencuentro?
Sucedió, sucedimos, y seguimos sucediendo como el mundo da
vueltas.
Viajamos tomados de la mano y el pasado nos saluda,
amistoso.
Parece decirnos:
“Dignos testigos del destino, disfraz inseguro de alguien
más alto que quiso volver a verlos de la mano, del corazón atados al camino”
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