jueves, 23 de junio de 2011

Eterna...



Porque permaneces abrazada a los recuerdos.

Y de lágrimas bautizamos los encuentros.

Fría, espiral, nube de tormentos.

Eterna en cada mirada

y en cada espejo enfermo.

Lagunas de cenizas

llaman al vaivén de las olas

De aquellas que emergen,

de las que cuentan las horas,

Eterna porque nadas sin destino, y porque, sin embargo,

Nada retiene tus delirios.

Mojas de viveza tus ojos y regresas eterna,

Como el cielo y el viento, y las nubes, y remolinos definiendo lamentos.

Infinita, perdurable, enmascarada belleza que cuando calla otorga,

Y que si habla concede, porque no hay lucha sin voz,

ni concesiones sin argumentos.

Lente que aumenta y exhibe mis deseos,

eterna de nuevo porque caminas sin miedo.

Y sigues, rodeada de luz incandescente, y de miradas ávidas,

brillas porque nadie te entiende.

Caminas, vuelas, te deslizas, me abrazas y somos uno, y calidez de nuevo,

truenos que abren el cielo y que me mandan a dormir,

y soñar y volver a vivir, porque eterna es la noche,

Eterna es, bailas, te desfiguras al pasar de los minutos,

y cuales maderos de cruz me sostienen,

Manecillas invariables de tiempo.

Tú te ríes envuelta de sábanas y ajena al tiempo

Duermo y no despierto, porque aunque eres infinita,

tu fiel compañero se asusta, mortal y ciego por tan cruel, efímero invento.

Eterna, al final de la noche porque me abrazas al divagar en las penas

y eres más, y más aún…

Al salir el sol, quisiera retenerte,

pero solo, en esta cama fría me resigno,

porque has salido a encantar al día,

pues eres mía y sigues siendo... Eterna.